Mexican singer

 Después de estar trabajando ilegalmente por tres meses, la agencia comienza los trámites para mi visa de residente. Uno de los requisitos para obtenerla es ir a un consulado mexicano en cualquier otro país del mundo a que me peguen una calcomanía en el pasaporte. Decido ir a Estados Unidos, específicamente a Nueva York, porque me gusta la ciudad, porque tengo un familiar muy lejano con quien quedarme y porque ahí vive la estadounidense que conocí en el hostel y con la que ahora nos comunicamos por mail. Me tomo un avión a las dos de la mañana y hago escala en Atlanta. Hay muchísima fila para migraciones y abren una sección que está en prueba, en donde unas máquinas te leen el pasaporte y la visa estadounidense para acelerar el proceso. Paso por esa zona bastante rápido y camino hacia el pasillo de conexiones, donde un policía me para y me pregunta si estoy drogado. Me río y le digo que no. Me dice que tengo las pupilas muy dilatadas, como si estuviese drogado, y le digo que solamente estoy cansado porque salí de madrugada y no pude dormir en el vuelo. Me pregunta si tengo medicamentos en mi maleta y le digo que solamente tengo vitaminas para que me crezca fuerte el pelo, le digo que no creo necesitarlas pero las tomo hace más de un año por miedo a la genética familiar. Me pregunta si soy cantante, me pregunta si estuve en algún reality show, me dice que le parezco conocido. Le digo que no. Me pide mi pasaporte y lo revisa y lo mete en una bolsa plástica azul que se pone bajo el brazo y me dice que por favor camine hasta una sala que me indica con el dedo. Dentro de la sala hay negros y centroamericanos. Todos me miran extrañados, supongo que es porque soy el único güero y deben creer que soy europeo. Estoy cansado y desganado porque la situación es incómoda. Quiero usar mi celular para distraerme pero no hay Wi-Fi, así que saco una libreta de mi mochila y me pongo a escribir esto. Pasa una hora y entiendo que no voy a llegar a mi próximo vuelo. El policía que me sacó el pasaporte aparece y me hace pasar a otra sala y coloca mi maleta en una mesa metálica. En la mesa de atrás otro policía está revisando a un negro que se ve muy nervioso. Mi policía me pide que abra mi equipaje y saco ropa y libros y un par de tenis. También una botella de mezcal para Tao Lin y un frasco de miel para la estadounidense. Abre el frasco de miel y lo huele y me pregunta si es THC líquido y le digo que no. Saca las pastillas para el pelo y las deja a un costado. Me pregunta si tengo drogas reales, me dice que este es el momento de decírselo. Le digo que no. De adentro de un abrigo saca una lata de cigarros que me regaló mi mejor amigo hace tiempo y uso para guardar porros. La traje con papeles para armar porros con la marihuana que me va a regalar Tao Lin como agradecimiento por la que le dí con mi mejor amiga en el festival de literatura del que participó el año pasado en Buenos Aires. Me pongo un poco nervioso. Abre la lata y me pregunta para qué es y le digo que ahí guardo cigarrillos que armo con los papeles. Se acerca la lata a la nariz y me dice que tiene olor a marihuana. Me pregunta si fumo marihuana y le digo que sí. Me pregunta cuánto suelo fumar y le digo que no mucho. Me dice que lo que hay pegado a las paredes interiores de la lata es resina y que eso es considerado droga, por lo que estoy ingresando droga a su país. Me dice que ningún mexicano va a entrar droga a su país. Le digo que no soy mexicano, que soy argentino, y que no estoy ingresando droga, que es evidente. Le dice al policía que tengo atrás que acaba de encontrar droga en la maleta de un cantante mexicano. El de atrás está revisando el celular del negro, que respira muy profundo. Mi policía me dice que espere un minuto y vuelve con unos guantes, una mini pinza, una bolsita de plástico transparente y una botellita con un líquido transparente. Se coloca los guantes y me pone la botellita delante de los ojos y me pregunta si sé qué es y le digo que no. Me dice que es un químico que cambia de color al reaccionar con THC. Vacía el contenido en la bolsita. Me pide permiso para sacar uno de los papeles del cartón de OCB y lo agarra con las pinzas y lo raspa por las paredes de la lata. Me pregunta qué creo que va a pasar cuando lo sumerja en el líquido y le digo que no sé. Me pregunta si creo que va a cambiar de color y le digo que no sé, que no estoy seguro de cómo funciona. Me dice que me lo acaba de explicar. Pone el papel en la bolsita con líquido y me dice que hay que esperar dos minutos. Observo cómo el papel se va cubriendo del líquido, cómo su textura comienza a ablandarse a la vez que mi espalda se pone rígida y me molesta y me hace pensar que lo único que quiero es acostarme en una cama y dormir hasta tener que ir al consulado. Pasan los dos minutos y el líquido no cambia de color. El policía se va y vuelve con otra bolsita de plástico transparente y otra botellita con líquido transparente. Me dice que va a volver a realizar la prueba. Mientras repite el procedimiento, me pregunta si consumo crack y le digo que no. Me pregunta si consumo cocaína y le digo que no. Me dice que no le mienta y le digo que no le estoy mintiendo. Mira la bolsita y me pregunta qué acaba de pasar. Miro la bolsita. Le digo que el líquido cambió de color. Me dice que el líquido cambió de color. Me dice que estoy en problemas. Me pregunta si fumé marihuana en la última semana y le digo que no. Me dice que no lo estoy mirando a los ojos, me dice que eso significa que estoy mintiendo. Me dice que sabe por mis ojos que soy de esos adictos que no pueden parar. Le dice al policía que tengo atrás que descubrió a un cantante mexicano drogadicto. El policía que tengo atrás no lo mira. No sé a dónde mandó al negro pero ahora está con una pareja de centroamericanos y su hija de menos de cinco años, está revisando sus juguetes y la niña se está aguantando las ganas de llorar. El policía me pregunta cómo se me ocurre entrar a los Estados Unidos de América con droga mexicana. Le digo que no era mi intención. Me pregunta si mi intención es fumar marihuana en Nueva York y le digo que no, le miento. Me dice que me va a deportar, que nunca más voy a poder entrar a su país y que voy a tener que pagar una multa de 500 USD. Me dice que posiblemente ni siquiera pueda volver a México, que me van a hacer comprar un pasaje directo a mi país. Tengo la sensación de que estoy en un sueño, de que este tipo de cosas no deberían pasar en la vida real. Pienso qué le voy a decir a mi familia, qué le voy a decir a la gente de mi trabajo, cómo voy a mandar las cosas que tengo en México a la Argentina. Me siento cansado y triste. Me pregunta si tengo el dinero para la multa y para el pasaje de regreso, me dice que si no, voy a tener que quedarme en el aeropuerto hasta que alguien de mi familia me venga a buscar. Le digo que no tengo ese dinero en efectivo pero que creo tener ese monto en mi tarjeta. Me dice que eso no sirve, que tengo que pagar en efectivo. Me dice que estoy pálido y que no se me ocurra desmayarme. Le dice a sus compañeros que si llego a desmayarme nadie me puede ayudar porque soy un delincuente. El policía que tengo atrás le dice a la familia centroamericana que lo espere y se acerca a mi policía y le dice en voz muy baja pero no lo suficientemente baja como para que yo no escuche que pare, que le parece que ya me asustó bastante y que le parece que ya me tiene que dejar ir. Le dice que hay muchísima más gente a la que revisar y que es evidente que yo no estoy entrando con droga. Después vuelve a su lugar. Mi policía se ve furioso, me imagino que se siente desautorizado. A mí me vuelve la tranquilidad, me relajo y gano confianza. Me dice que si fuese por él no me dejaría entrar nunca más a su país. Me da la lata de cigarros y me pide que cante y baile una canción mexicana sobre ella hasta romperla. Le digo que vivo hace poco en México y que todavía no me sé bien la coreografía de La Cucaracha. Le digo que se acuerde que soy argentino. Me dice que entonces cante y baile un tango sobre la lata hasta romperla. Le digo que tampoco sé cantar ni bailar tango, le digo que si quiere puedo romperla y ya. Me dice que sí, que pise la lata hasta que se rompa. Le hago caso. Después me hace guardar todas mis cosas en la maleta y me dice que me vaya. Le pregunto qué pasa con el vuelo que perdí. Me dice que me acerque a la ventanilla que voy a encontrar a la salida de la sala y le cuente a la persona que está ahí lo que pasó. Salgo y hago lo que me dijo y me dan otro vuelo que despega en una hora. Uso un rato de esa hora para ir al smoke lounge del aeropuerto y fumar tres cigarrillos que pido a distintas personas. Voy a la puerta de embarque y me dicen que el vuelo que me reasignaron ya está lleno y me dan otro para después de otra hora. Llego a Nueva York tres horas después de lo que pensaba. Tengo un mensaje de mi familiar diciendo que tuvo un accidente y que está en el hospital y que no puedo quedarme con él esa noche y que cree que tampoco la siguiente. Busco un lugar para dormir pero todos están ocupados, es veinticuatro de diciembre y la ciudad está repleta. Encuentro uno que tiene disponibilidad para el día siguiente y llevo mi maleta y pido que me la guarden. Le escribo a Tao Lin y me encuentro con él en Washington Park. Me regala cuatro gramos de marihuana y unas semillas de Syrian Rue y un libro de él y uno de su exesposa, que ya me había mandado por correo una vez junto a dos ácidos. Le regalo el mezcal y me agradece y nos despedimos. Camino hasta Central Park y me armo un porro en un banco. Fumo y camino relajado hasta que veo varios autos de policía y camino rápido y nervioso hasta salir del parque. Entro al local de M&M de Time Square y me conecto a Wi-Fi. Tengo mensajes de la estadounidense pero no me dan ganas de verla, así que no le contesto. Me robo una lata que tiene chocolates de varios de los sabores especiales que venden ahí. Se empieza a hacer de noche y cae algo de nieve. Canto mientras camino sin rumbo. Me meto al metro y veo cómo algunos homeless están durmiendo en uno de los vagones y les copio la posición y me quedo dormido muy relajado. Me despierto cada tanto a comer chocolates y si estoy en una zona que me parece insegura me tomo el metro hacia el otro lado. En algunas estaciones vacías fumo porro. Al otro día voy al alojamiento y veo películas navideñas y como arroz persa y duermo mucho. Al siguiente día voy al consulado mexicano a que me pongan la calcomanía en el pasaporte. Fumo porro en Central Park y recorro la ciudad, contento de haber cumplido mi objetivo, pero sin certezas de evitar cualquier tipo de inconveniente en los vuelos de vuelta que tengo que hacer en unas horas.

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