Si quisiese estar en equilibrio, ya estaría equilibrado
Abstraje la razón por la que parece que me gusta no conseguir lo que quiero. Y descubrí que un patrón de conductas me encamina constantemente al boicot a cambio de cierto goce melancólico. Mi única adicción siempre ha sido la melancolía, la fascinación por el estado de ensueño que causa en mí la pérdida temporal de placer. Y en ese estado, comienzo a provocarme tormentos para fomentar un estudio profundo de mis reacciones. Mi propia mente me resulta tan compleja y cautivadora que necesito someterla a pruebas. Entonces me hipnotizo jugando con fuego, porque me seduce la idea de quemarme ocasionalmente. Y el desequilibrio que produce en mí la sensación de dolor es lo que me recuerda que estoy vivo, que existo. Mi lucha contra la melancolía tiene que ver justamente con la búsqueda de la reposición del equilibrio. En esa búsqueda es que he conseguido hacerme de antídotos con los que alcanzo la estabilidad sin tener que ceder al aburrimiento. Existen hábitos, lugares y personas q